Los George Washington inventores

Por todos es conocido el primer presidente de Estados Unidos, George Washington: El Padre de la Patria, como lo llaman allí. Sus éxitos como líder estadounidense en la Guerra de la Independencia y su papel como uno de los presidentes más importantes que ha habido en EE.UU, le han dotado de fama mundial. Su puesto en la historia está asegurado y su persona se ha rodeado de leyendas sobre la honradez y la verdad.

Sin embargo, lejos de este venerado personaje, hay otros dos científicos e inventores homónimos que la historia no ha recordado con tanta intensidad y que sin duda se merecerían un reconocimiento: George Constant Louis Washington y George Washington Carver.

George Constant Louis Washington

George nació en Bélgica en el año 1871. Estudió química en la Universidad de Bonn (Alemania) y finalizó la carrera exitosamente; sin embargo, sus mayores éxitos no vinieron por su trabajo como químico, sino por su prolífica carrera como inventor.

Todo empezó cuando se mudó con su familia a Nueva York. Allí Washington fundó una compañía en los suburbios, la George Washington Lighting Company, la cual era productora de queroseno. El queroseno es un líquido obtenido a partir del petróleo que se usaba antiguamente como método de iluminación en algunos tipos de lámparas, por lo que el negocio no le fue del todo mal. Sin embargo, con el avance de la tecnología y el surgimiento de la lámpara incandescente (que acabaría sustituyendo a la de queroseno), su negocio se fue a pique y tuvo que buscarse una nueva forma de ganarse la vida.

Tras un breve período trabajando en un negocio de cámaras fotográficas, acabó decidiendo su verdadera pasión: Ser inventor. Con veintinueve años de edad y con esposa e hijos, en el año 1900 George Washington se inscribía en el censo de Nueva York como un inventor.

George Washington patentó más de 25 inventos a lo largo de su carrera. Por ejemplo, creó unas pastillas de condimentos para dar sabor de carne a los caldos, hechas a partir de especias, apio y verduras. Esta pastilla de condimentos, bautizada con el nombre de G. Washington's Seasoning & Broth, sigue vendiéndose actualmente

Sus patentes abarcan muchos otros campos, tanto alimenticios como tecnológicos, como la fabricación de cámaras o lámparas. Sin embargo, la patente que le dio fama y reconocimiento mundial fue el invento de algo que seguimos gozando a día de hoy: El café instantáneo.

En realidad, otro químico había logrado presentado antes este invento en una feria de ciencias, Satori Kato. Sin embargo, fue George Washington el que verdaderamente le dio fama e introdujo en el mercado a este producto. Su empresa productora de café instáneo, la G. Washington Coffee Refining Company, gozó de cierto éxito y desplegó una gran campaña publicitaria. El negocio iba a triunfar.

La gran campaña publicitaria que Washington puso en marcha alababa al café instantáneo como algo moderno, puro, bueno para la digestión y muy útil para diversas situaciones. Y, sobre todo, el ejército estadounidense adoptó al café instantáneo con una gran utilidad: A los soldados les venía bien la cafeína, y la rapidez y facilidad del café instantáneo era vital para ellos. Buena prueba de la popularidad que adoptó este café entre los soldados estadounidenses se puede ver en el siguiente fragmento de una carta que mandó un americano desde las trincheras en el año 1918:

Estoy muy feliz pese a las ratas, la lluvia, el lodo, el ruido del cañón y los alaridos de los proyectiles. Lleva sólo un minuto prender mi pequeña lámpara de aceite y preparar café George Washington... Cada noche pido especialmente por la salud y el bienestar del Sr. Washington.

En la Primera Guerra Mundial, como acabáis de leer, tuvo muchísimo éxito entre el ejército americano. Para la época de la Segunda Guerra Mundial su popularidad descendió a causa de la competencia, ya que marcas como Nescafé tuvieron un enorme éxito (se dice que toda la producción de Nescafé en los EE.UU durante la época de la Segunda Guerra Mundial se destinaba al uso militar). De esta forma, el café instantáneo de Washington perdió popularidad, pero mantuvo el honor de ser el primero en comercializarse.

De todas formas, todo hay que decirlo, mucha gente consideraba al café de Washington de baja calidad y de un gusto realmente horrible. Se decía que la publicidad era totalmente engañosa y que, si no fuera una novedad, no tendría nada de éxito. Quizás estas acusaciones sean ciertas, pero hay que tener en cuenta que cualquier producto mejora con el tiempo y que, en aquella época, el café instantáneo de Washington era único en el mundo.

George Washington Carver

Nuestro segundo protagonista es un botánico afroamericano. Nació en una familia de esclavos en la década de 1860 (como esclavo que era, su fecha de nacimiento no fue registrada), en el estado de Misuri. Cuando sólo era un bebé, su madre murió, y él padeció una grave enfermedad conocida como tos ferina. Por suerte, George sobrevivió a la enfermedad, pero ésta dejó graves consecuencias en él: Durante el resto de su vida padeció enfermedades respiratorias y no pudo realizar trabajos físicos.

Por tanto, desde la infancia empezó a interesarse por la botánica: Hacía dibujos de todas las plantas que se iba encontrando, clasificaba las distintas especies, se aprovechaba de los beneficios de las plantas medicinales... De hecho, sus amigos empezaron a llamarle "Doctor de Plantas".

Con el tiempo acabó llegando a la universidad y, tras gran esfuerzo a causa de su origen como afroamericano, se graduó adquiriendo gran fama en la microbiología y las patologías de las plantas. Pero, sin ninguna duda, el responsable de que George pasara a la historia es su afán por inventar y por mejorar con sus inventos la calidad de vida de los esclavos negros.

Y es que, a pesar de haber abandonado completamente del estado de esclavitud con el que nación, nunca olvidó el sufrimiento de sus semejantes en aquellos duros días. En primer lugar, incentivó a los agricultores a aplicar el sistema de barbecho en las enormes plantaciones de algodón. Para ello, fundó un laboratorio de investigación industrial y llevó a Norteamérica muchos nuevos tipos de cultivo.

Pero sus verdaderos inventos vinieron cuando empezó a buscar aplicaciones para los distintos cultivos de cacahuetes y batatas. Se dice que él fue el creador de la mantequilla de cacahuete, pero no la patentó porque el creía que los alimentos no eran algo que pudiera "pertenecer" a los humanos. Descubrió cientos de aplicaciones para estos alimentos (parece que más de trescientos inventos relacionados con el cacahuete y alrededor de 100 relacionados con la batata y otros alimentos).

Sin embargo, era un científico especial: No tomaba notas de lo que hacía, no solía patentar sus inventos, no dejaba escritos ni bocetos sobre sus experimentos... Todo lo guardaba en su cabeza. Esa es la razón de que, a día de hoy, sólo conservemos tres patentes suyas: Una sobre cosméticos y dos sobre pinturas.

En el año 1915, el presidente norteamericano Theodore Roosevelt admiró en público su trabajo y dijo que era uno de los mejores investigadores dentro de la industria agrícola.

Su fama fue tan grande que se dice que el inventor Thomas Alva Edison le había ofrecido un sueldo de 100.000 a 200.000 dólares anuales si trabajaba para él, lo cual rechazó. Y, así, este esclavo negro acabó convirtiéndose en un reputado inventor que llegó incluso a aparecer en sellos. Y, por supuesto, logró cumplir su mayor ambición: Enseñar a sus semejantes negros la forma más fácil de cultivar mediante sus inventos y la tecnología.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho esta entrada Cendrero.

Sobre todo la parte de Carver. Había oído hablar un poco de él, pero tu explicación es genial, como siempre.

Hace un tiempo, en la serie American Dad, hicieron una parodia de la película "La búsqueda" con el tema de la crema de cacahuete y Carver, muy muy graciosa, espero que puedas verla.

Un saludo (que no un salido).

Marcos Callau dijo...

Tiene muchio mérito el éxito de Carver, teniendo en cuente que no anotaba sus investigaciones ni las patentaba y que, además, era afroamericano con lo que eso conllevaba en norteamérica en aquella época. Lo del café instantáneo de Washington me ha sorprendido mucho pero más aún que se sigan comercializando las pastillas para dar gusto al caldo. Vamos que inventó el Avecrem y el Nescafé y nadie lo conoce. ¡Qué injusot el mundo!. Saludos.

Alfonso dijo...

Del primer George Washington no sabía nada, pero a Carver ya lo conocía porque vi hace tiempo un capítulo de "Maravillas Modernas" del History Channel dedicado a el. Tremendo tipo era ese Carver, debería ser más reconocido.

Pitt Tristán dijo...

Gracias por este blog tan interesante y ameno. Veo por esta entrada que yo tengo varias similitudes con el gran científico Carver, por ejemplo, también tengo una "vaguitis congenita" que me impide hacer ejecicios físicos: "mejor sentado que de pie, mejor tumbado que sentado" es el lema de mi escudo heráldico. Por otro lado, tambíen estoy interesado en experimentos científicos, ahora, sin ir más lejos, expererimento en química, convirtiendo la mayor cantidad posible de vino, cerveza y alcoholes en general en orina.
Recibe un abrazo.

Alive dijo...

Al primer George Washington no le conocía de nada. Al segundo, sí, y creo que suele ser parodiado a menudo :).

Saludoss.

Alexandre Vaudeville dijo...

Ignoraba a ambos inventores, que injusticia y que tontería más grande que la historia sepulte el nombre de estos creadores para destacar a un político por importante que sea... Bueno, seguro que el café de George Constant Louis Washington no era tan malo como el de "máquina". Saludos!

 

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