La muerte de Georgi Markov y el paraguas que disparaba ricina

Georgi Markov nació en Bulgaria en el año 1929. Vivió allí una buena parte de su vida, y alcanzó pronto la fama como escritor y novelista. Algunas de sus novelas tuvieron muy buena acogida entre público y crítica, era un buen escritor. Tras ganar el premio anual de la Unión de Escritores Búlgara, se acabó consagrando como un personaje de bastante relevancia dentro de la literatura del país. Sin embargo, había algo que irritaba enormemente a Markov: La censura.

Y es que, durante aquella época, existía una república comunista en Bulgaria, dirigida por Todor Zhivkov. Este régimen le prohibía al escritor expresarse con libertad, y cualquiera de sus obras pasaba antes por el tamiz de las autoridades. Tras la censura de varias obras de teatro y novelas suyas, Markov acabó renegando del gobierno de su país y se convirtió en uno de los mayores críticos del régimen comunista y del gobierno de Zhivkov. Ahora era uno de los más importantes disidentes del gobierno búlgaro. Como respuesta, Markov fue incluido en una lista negra, su nombre quedó prohibido en los medios de comunicación del país y sus obras se retiraron de las bibliotecas. Había pasado de ser un escritor ampliamente alabado a ser un desterrado enemigo del país.

Tras esto, Markov empezó a trabajar para la BBC como periodista y se instaló en Londres, la ciudad que presenciaría su muerte. Todo sucedió un lluvioso día de septiembre, en el año 1978. Markov se encontraba en el puente Waterloo, sobre el río Támesis. Relajadamente, el escritor estaba esperando a que llegara el autobús mientras se perdía en sus pensamientos. En ese momento, un extraño pasó rápidamente a su lado y le golpeó con un paraguas en la pantorrilla. Inquieto, el misterioso desconocido (que parecía tener un acento extranjero) le pidió disculpas y, seguidamente, se fue corriendo. Markov no le dio demasiada importancia al suceso, se ve que aquél hombre iba con prisa y era un simple choque con la multitud.

Sin embargo, algo extraño le empezó a suceder. La zona en la que le había golpeado empezó a provocarle un extraño escozor y se empezó a hinchar formando un pequeño grano rojo. Horas más tarde, empezó a tener una fiebre muy alta y tuvo que ingresar en el hospital. Tres días después, Markov murió en ese mismo hospital a la edad de 49 años. ¿Qué le estaba pasando? ¿Cómo es posible que un golpe hecho con un paraguas le hubiera ocasionado tales problemas?

Los atónitos médicos decidieron realizarle una autopsia detallada para descubrir cuál era la extraña razón de su muerte y si verdaderamente aquél encuentro con el extraño había tenido algo que ver con su muerte.

Los forenses dieron pronto con el responsable: Una diminuta bolita metálica del tamaño de una cabeza de alfiler estaba clavada en la pantorrilla de Markov. Al parecer, este proyectil que ahora se encontraba vacío había sido portador de una sustancia enormemente tóxica: La ricina. Como muestra de su enorme potencial, basta decir que la bolita que lo contenía tenía un tamaño de 1'52 milímetros de diámetro. Dos agujeritos de apenas 0'35 milímetros perforaban el arma del crimen, los cuales permitían que la ricina saliera del artefacto y se extendiera por la sangre de la víctima (a vuestra izquierda podéis ver perfectamente las aperturas de las que hablo). Quizás algún avezado lector se haya preguntado cómo es posible que la ricina no se hubiera escapado del proyectil antes de tiempo si había dos agujeros perforados en su superficie. La razón es bien sencilla (pero extremadamente rebuscada a la vez): Los creadores del artefacto habían rodeado a toda la bolita con una sustancia azucarada que sólo se derretía cuando se alcanzaba una temperatura de 37 grados aproximadamente (es decir, la temperatura común del cuerpo humano). Cuando el proyectil se clavó en la piel de Markov, su temperatura corporal derritió la capa protectora y dejó que la ricina se introdujera disimuladamente en su organismo.

Supongo que con estos datos ya sabréis el papel del misterioso extraño que chocó con Markov en esta historia: El paraguas era en realidad un artefacto especial, un paraguas-pistola diseñado para lanzar estos pequeños perdigones. Lo que había parecido un choque sin importancia en una estación de autobuses era en realidad un magistral asesinato llevado a cabo con un máximo disimulo (es digno de mención que aún hoy no se sabe con exactitud cuál puede ser la identidad de este misterioso asesino, pero es evidente que los dirigentes de Bulgaria habían tenido mucho que ver con el asesinato de uno de sus mayores enemigos políticos).

Pero vayamos a lo importante del asunto y al punto más centrado en la química: ¿Qué es la ricina?

La ricina es una potente toxina de origen natural que se extrae de las semillas del ricino. Para ser más concretos, podemos decir que es una proteína inactivante de los ribosomas. ¿Qué significa esto? Sencillamente, la ricina se une de forma irreversible a los ribosomas y detiene la producción de proteínas (de ahí su nombre).

Los síntomas que produce la ricina aparecen a las pocas horas de haberse introducido en el cuerpo humano. Un fuerte dolor abdominal, seguido de diarreas y vómitos (sanguinolientos a veces) son el primer síntoma de la ricina. Después, se produce deshidratación e hipotensión (es decir, el ritmo cardíaco se reduce a un nivel mucho más bajo de lo normal, causando mareos, vértigos...). En cuestión de 3 o 5 días, el sujeto que ha ingerido la ricina encuentra la muerte a causa de la apoptosis.

La apoptosis es básicamente una forma de muerte celular que se produce como consecuencia de la falta de producción de proteínas que provoca la ricina (aspecto que ya hemos comentado antes).

Uno de los aspectos más curiosos de la ricina es su enorme efectividad en comparación con la cantidad de sustancia. Por ejemplo, cuando se ingiere de forma oral, basta un miligramo para acabar de forma letal con un hombre adulto. Y, más sorprendente aún, en caso de que se inhale o se inyecte (como es el caso del asesinato de Markov), bastan unos 500 microgramos para acabar con la vida de un adulto.

Teniendo en cuenta estas capacidades tóxicas, es evidente que uno de sus principales usos haya sido el militar. Ya en la Primera Guerra Mundial los Estados Unidos intentaron desarrollar una técnica para recubrir sus balas y metrallas con ricina, con el fin de aumentar aún más el potencial destructivo de sus armas y no dejar supervivientes. Por suerte, debido a la falta de conocimiento científico y a que ciertas leyes militares limitaban este tipo de armas, la guerra acabó antes de que se desarrollara esta aplicación bélica.

Por supuesto, en la Segunda Guerra Mundial también se usó la ricina, en este caso para potenciar el efecto de las bombas de racimo. Sin embargo, existían componentes químicos mucho más baratos y de similar efecto, por lo que la risina fue cayendo en el olvido como arma. Sin embargo, a pesar de que su uso a gran escala es poco rentable, se convirtió en un arma de gran eficacia a la hora de asesinatos como el de Markov.

Como con muchas otras armas químicas, la producción de ricina está controlada. Sin embargo, los intentos por limitar su producción serían bastante inútiles, y la razón está en la forma en la que se obtiene: La planta de la que se obtiene es muy común y fácil de cuidar.

La ricina fue aislada por primera vez en 1888 por el químico Stillmark, y comforma aproximadamente el 5% del peso de la pulpa del fruto del ricino (el cual podéis ver en la imagen de vuestra izquierda). La forma de extraerla es muy parecida a la extracción de la proteína de la soja, por ejemplo.

Y, por último, ¿habría habido alguna posibilidad de curar a Markov? ¿Existe un antídoto útil para la ricina?

Lo cierto es que no existe un antídoto único que funcione completamente. Cuando alguien es envenenado por ricina, lo que se intenta es minimizar los efectos de la intoxicación, ya que si el paciente sobrevive unos 5-10 días después de la envenenación, es muy probable que se salve. Dependiendo de las circunstancias de cada intoxicación, los fármacos a utilizar irán variando, y muchas personas acaban salvándose de la muerte.

Es importante mencionar también que, últimamente, algunas investigaciones estadounidenses e inglesas están intentando desarrollar un verdadero antídoto que frene de forma rápida la muerte por ricina (principalmente, por si hubiera un ataque terrorista). Al parecer, el fármaco que se desarrolló en estos estudios protege contra la muerte durante 24 horas después de la exposición, pero la comunidad científica ha visto este descubrimiento con escepticismo y no se ha confirmado con seguridad su eficacia total.

Pero no nos desviemos de la pregunta original: ¿Se podría haber salvado Markov? Lo cierto es que no. En esa época el conocimiento de los antídotos de la ricina era muy escaso, y aunque se supiera que Markov estaba enfermo por esa razón se habría podido hacer muy poco por él. Su vida se condenó cuando aquél paraguas chocó contra su pierna.

NOTA: Esta entrada es mi aportación al I Carnaval de Química, que celebra Dani en su blog Ese Punto Azul Pálido.

Fuentes

9 comentarios:

Alfonso dijo...

Es una historia que ya conocía, pero el tema de los efectos de la ricina y sus antídotos los desconocía completamente. ¿Cuántas víctimas hay por año de un ataque con ricina? ¿Se tiene alguna estadística de eso?

Dr. Litos dijo...

¡Menuda historia, parece el argumento de una película de misterio!

Un apunte quisquilloso, la apoptosis es mucho más que la muerte por falta de producción de proteínas; puestos a simplificar, lo mejor es decir que es una muerte celular regulada, que se activa cuando algún proceso celular crítico falla irremediablemente.

¡Me ha encantado el post, qué bien hilvanado!

eulez dijo...

Gua! Vaya una historia, sí señor.

Dani dijo...

Cendrero, ya sabes que tengo una especial debilidad por las entradas que mezclan anécdotas o personajes de la historia con la química o con agentes tóxicos :-)

Una genial aportación para el Carnaval.

Gracias

miquel zueras dijo...

Ahora entiendo porqué los fascistas eran tan aficionados a emplear el ricino. Recuerdo este caso, parecía de película de James Bond. Dijeron que el escritoe exclamó "¡Eh, me ha pinchado con su paraguas!" Fueron sus últimas palabras. Borgo.

Alive dijo...

Sorprendente el anonimato y la facilidad con que se hizo el asesinato. Ese método podrían usarlo los sicarios (si no lo usan ya), y matar a cualquiera rápidamente.
(Esta entrada me ha sacado la vena psicópata y paranoica :))

Saludoss.

Emilia Silva dijo...

Tu blog está excelente, me encantaría enlazarte en mis sitios webs. Por mi parte te pediría un enlace hacia mis web y asi beneficiar ambos con mas visitas.

me respondes munekitacat@gmail.com

besos

Catherine

Anónimo dijo...

estoy investigando sobre un pagina y que se cree que esta relacionada con este caso, queria saber si este hombre tenias hijas o hijos?

Unknown dijo...

Tenia un hijo me parece

 

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